Vicentín compra una parte de «Viñas Argentinas» y consolida su negocio vitivinícola

Es una bodega de 1,8 millón de litros en San Juan, pero van por más: ahora el holding mendocino negocia su planta de 110 millones de litros de mosto y vino a granel de Lavalle. El grupo santafesino y sus apuestas en el sector.

Los cambios de manos en la industria vitivinícola siguen a la orden del día en el amanecer de 2017 y con protagonistas excluyentes. Luego de adquirir bodega Sottano, en plena Primera Zona, el grupo santafesino Vicentín ya rubricó la primera de una serie de compras de activos que hasta ahora pertenecían al grupo Cartellone: la de la bodega que Viñas Argentinas explotaba en San Juan, que le abre la puerta a la adquisición de la planta de vinos y mosto a granel en Lavalle, donde ya le alquiló al holding mendocino una finca de 1.200 hectáreas para encarar la vendimia que viene.

En este caso sólo resta superar la etapa del due-dilligence (evaluación y cotización final de activos) para que Viñas Argentinas S.A, la unidad vitivinícola de Cartellone, pase a ser patrimonio de Vicentín, el grupo agroindustrial que se expande cada vez más en el país y promete convertirse en un jugador de peso en la industria del vino, tanto en el negocio de los commodities como del segmento de alta gama, dentro del cual viene de sacudir el mercado con la compra de Sottano.

El primer trato cerrado entre Cartellone y Vicentín es por un establecimiento de 1,8 millón de litros ubicado en Media Agua, parte del llamado Resero “residual”, que elabora sobre todo mosto sulfitado, junto a 200 hectáreas en el distrito 9 de Julio, y cuya escritura se firmó esta semana. En tanto, los viñedos lavallinos son arrendados hasta marzo, cuando ya esté cerrada la compra de todo el complejo vitivinícola.

No pocas dificultades atravesó la unidad de vinos y mostos del holding mendocino en la última década que lo llevaron a desprenderse de varios activos.

Y desde hace un tiempo es un secreto a voces su intención de vender Viñas: si bien hay un acuerdo de confidencialidad, vale decir que en su momento el grupo japonés Marubeni había desembolsado U$S 16 millones por el 40% de Viñas. Marubeni se apartó de la sociedad en 2011.

Básicamente, el oferente afina la cifra a pagar por la superficie productiva que tiene Cartellone entre Mendoza y San Juan, más de 150 hectáreas para elaborar vino y 1.200 a mosto que exporta a Japón y EEUU. Y también el potencial que aportaría a su plan la megaplanta de Costa de Araujo, de 110 millones de litros.

Una vez que Vicentín se haga cargo también del complejo lavallino (se estima que para marzo, una vez completada la intrincada auditoría contable y una serie de trámites), para Cartellone será cruzar la meta de una carrera de liquidación de activos de casi una década. Ahora, mientras se pulen los términos del acuerdo, acaba de desprenderse de dos de sus tantas fincas: Finca Agrelo quedó en poder de grupo AVA, y otra propiedad en Tres Porteñas pasó a un inversor particular.

Lapicera en mano

“La etapa del due-dilligence avanza rápido”, admitió el gerente de Viñas Argentinas, Darío Sganzetta, respecto a la valoración de activos, el paso previo para cerrar trato con Vicentín.

Pero es sólo el inicio. Desde el seno del directorio de Cartellone confirman interés por otras firmas del grupo. Es que los planes del grupo santafesino apuntan a diversificar y producir a escala lo que le falta: empezó con Enav, su propia mostera en San Juan, y acaba de comprar Sottano, que produce 500 mil litros anuales de vinos exportables de alto precio.

Lo que empezó como una posibilidad, el alquiler con opción a compra (leasing), conocido en otras transacciones dentro de la industria (caso bodega Antucura a Fecovita), parece debilitarse.

Salvo la explotación de la finca de Lavalle (arrendada hasta febrero) el estilo de negocios de Vicentín prioriza la compra por sobre tratos temporales.

De hecho, en reunión de directorio sobre fin de año se formalizó el interés. Desde allí se aceleró la auditoría contable (productividad, posicionamiento comercial) que requiere el futuro comprador, cuyo hombre designado por Vicentín para negociar es Pablo Montaron, responsable de Enav, que desde Chimbas exporta 12 mil toneladas a EEUU, Unión Europea, Rusia, Ucrania, Sudáfrica y Australia. Y por cercanía y conocimiento, el facultado por Vicentín para cerrar trato con Cartellone.

Conocida la apuesta por Viñas Argentinas, y resguardándose en la confidencialidad, Montaron fue escueto: “Cuando haya algo más que decir lo comunicaremos”.

Algo de historia

Para 2008, Viñas Argentinas había transferido sus marcas Telteca y Uma (gama media) a Finca Agostino, la bodega de capitales canadienses que está en Barrancas.

Dos años antes había hecho lo propio con Resero (incluidas las marcas Zumuva y Arizu) y su bodega en la sanjuanina de Albardón más 400 hectáreas, por unos U$S 7 millones, de la que sólo quedó la firma de Media Agua (ahora de Vicentín) como patrimonio “residual”.

Para entonces, estaba consumada la venta de Molto y su producción de tomate a Maxiconsumo. No fue la única cadena comercial con la que hizo trato: el mayorista Diarco también compró la planta de San Rafael.

Con todo, en la situación de la firma mendocina, que hoy se dedica sólo a la producción a granel, la posición y solidez financiera de Vicentín, en pleno raid de compras en el país, parece irresistible.

El grupo santafesino nació 80 años atrás con los cereales, con el tiempo se extendió al algodón, agroquímicos y miel, luego a los chacinados (compró Friar), y este año puso un pie en el concentrado mundo de los lácteos con Sancor, antes de empezar a apostar fuerte a la vitivinicultura.