Opinión de Eduardo Paoletti sobre la legalización del aborto

El concejal plantea que es «un debate necesario y una decisión difícil».

La temática relativa a la interrupción del embarazo se ha abordado desde muchas variantes como la física, la biología, la filosófica o la religiosa, áreas que en principio parecen carecer de coincidencias entre sí, pero que en realidad se entrelazan y buscan responder a una misma pregunta.

Dice Eleonora Lamm que el inicio de la vida humana es uno de los interrogantes más complejos y no hay consenso en ningún campo ni disciplina en relación a ello, hecho que afirma la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el fallo “Artivia Murillo” donde dice que “no existe una definición consensuada sobre el inicio de la vida”. “La historia nos muestra que las cualidades o propiedades que definen a una persona o a un ser humano no son inherentes o absolutas, sino que son un producto de la motivación humana, y se relacionan con el logro de propósitos humanos o sociales.”

Para abordar el tema muchos se cuestionan en qué momento comienza a haber humanidad o persona. Rodolfo Ramos por su parte cita un artículo de Howard W. Jones Jr., de 1989, en el cual habla del pre-embrión –hasta aproximadamente los catorce días de gestación-. A su vez plantea que este pre-embrión es humano pero sin certeza de que sea un único individuo biológico por lo que su status no es el de una persona de derecho adulta sino que posee un status jurídico especial.

Otra postura sostienen quienes se oponen a procedimientos como la fertilización in vitro alegando, conforme explica Mirta Videla, que consideran al embrión con estatus de niño o de adulto por su potencialidad como humano y aborrecen la idea de finalizar con estos por el solo hecho de investigar (curas de enfermedades no superadas) o experimentar (superar la esterilidad).

Según Carlos Nino, el feto no debe ser tratado como una simple tumoración, no obstante cree que tiene un estatus diferente a la persona (sujeto de derecho). También plantea la clara diferencia entre el uso de anticonceptivos, el aborto y el infanticidio. Nos dice este autor que si exigimos la presencia de condiciones psíquicas que permitan gozar de derechos individuales, el feto no podría ser considerado persona y la madre por su propia autonomía podría eliminar el feto autolesionándose.

Asimismo, para otros, el hecho de su potencial autonomía, autosuficiencia y sensibilidad le otorgan los derechos que no tiene pero luego, al obtener las características mencionadas, pasaría a poseerlos.  Esto es lo que algunos mencionan como proyección de identidad, ya que aunque no sea una persona autónoma es algo que naturalmente se convertirá en tal, y justifican en tal situación la concesión de derechos al mencionado feto. El inconveniente se presenta, cuando debemos definir hasta qué punto podemos extender esta “potencialidad”, ya que claramente los espermatozoides u óvulos también –en un extremo- podrían llegar a considerarse personas en potencia.

Por último, para quienes los criterios físicos y su preponderancia son los que definen la personalidad (Perry, 1978), el cerebro es el órgano fundamental, dejando fuera a los fetos más pequeños. Ahora, si consideramos que hay vida (la gran discusión es desde cuándo), diferente a la de la madre, deberíamos plantear la extrema excepcionalidad de justificantes para terminar con la vida del feto; y a la viceversa, si no la hay, la decisión de la finalización del feto no sería tan discutible (ya que sería parte del plan de vida de quien decide).

Ante esto, y dejando en claro que no hay ciencia que haya podido dar respuesta certera al comienzo de la humanidad, cada ordenamiento jurídico (basado en diferentes motivaciones) ha decidido tomar postura y definido el momento en que comienza la persona siendo una cuestión de completa política legisulativa. “Ante la falta de acuerdo científico y ontológico, el análisis debe centrarse en el derecho positivo”.

Respecto al tema en debate, Dario Sztanjnrajber dice: “No sirve discutir posiciones metafísicas, ya que nunca nos vamos a poner de acuerdo…Es mejor no discutir metafísica para dirimir cuestiones públicas. Dejémosla para la elección que hacemos en nuestra vida privada…Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de las desigualdades. Eso es política, no metafísica.” (Fragmento de su exposición en el Congreso de la Nación).   

Por otra parte también encontramos a quienes consideran que es la mujer que lleva en su vientre a esta persona en potencia quien tiene potestad sobre el mismo y por ende quien puede decidir continuar o no con el embarazo.

Tengamos presente que actualmente el aborto es una de las mayores causales de muerte no solo del feto -potencial persona-, sino también de la madre. “…la práctica ilegal del aborto provocado, que es causa de mortalidad en la mujer, como también del infanticidio y otros delitos contra los niños, que no fueron buscados y mucho menos deseados por sus padres. Las posiciones religiosas dogmáticas y las políticas fundamentalistas, condenan a las mujeres a sobrecargarse de hijos para morir prematuramente por gestaciones reiteradas. En la república Argentina la primera causa de muerte de la mujer adulta, es la infección o hemorragia por aborto provocada o por partos mal atendidos.” Es también innegable que la punición del aborto somete a una manifiesta desigualdad entre las mujeres con mayores y menores recursos económicos (estas últimas obligadas a realizar abortos en condiciones sumamente precarias).

En palabras de René Favaloro “Legalizar no quiere decir que estamos autorizando a que todo el mundo se haga un aborto…La pobre desgraciadita que no tiene ningún recurso no caiga en ese trasmundo horroroso que la puede llevar a la muerte…No se muere una, se mueren cantidades…Por el contrario, la niña privilegiada de la familia con guita…eh, esa tiene todos las cosas, va a una clínica de prestigio, le hacen la cosa sin que nadie se entere y a la tarde puede ir a un baile si quiere porque ya pasó todo…Esa desigualdad a mí no me gusta” (Nota de infobae).

Como conclusión, debo decir que al no existir certeza de que haya vida plena e independiente, persona diferente a la madre, es necesario saber si el Estado está habilitado a inmiscuirse en el tema (¿Está facultado el resto de la comunidad a consensuar la protección de un ser en potencia, sobre el que no tiene la certeza de su naturaleza -sino solo de su potencialidad-, influyendo en el actuar y el físico de terceros y condenando/penando/castigando su accionar?) o si debe mantenerse al margen de la relación, para que sea quien está gestando dentro de su cuerpo quien decida (por considerarse esto solo parte de su propio plan de vida). Parecería entonces que esta última opción es la que debería ser optada, y no con esto entenderse que el Estado está promoviendo (ni que va a generar) más abortos. Esto solo implicaría no punir la acción de interrupción del embarazo.

Por último, y no por eso menos importante, es necesario aplaudir el nivel de discusión y dejar de lado las posiciones cerradas, extremistas y fundamentalistas permitiendo el intercambio de pensamientos y llevando a cabo un proceso que intente generar una solución válida (como creo que se está haciendo), que seguramente no dejará completamente conformes a todos pero que en su trayectoria provocará que el resultado sea lo más válido posible.