«Se abre un espacio cada vez más amplio para una alternativa política en el país»

El gobernador santafesino Miguel Lifschitz no le cierra la puerta al peronismo e, inclusive, a referentes del PRO disconformes con el rumbo de la gestión del presidente Mauricio Macri.

«Creo que muchos peronistas deberían formar parte de un proyecto político alternativo, pero en la medida que sean autocríticos de las experiencias de los 90 y en la última década», dijo sin vueltas el gobernador Miguel Lifschitz. Pero también dejó la puerta abierta a muchos referentes del PRO «que sienten que ese espacio no cumplió con lo que le prometieron», no sólo en términos económicos.

«Hoy está en duda si los valores republicanos que planteaba Cambiemos son realmente una moneda corriente dentro de los equipos de gobierno», señaló el mandatario santafesino en una charla con La Capital durante su paso por el 54º Coloquio de Idea (Mar del Plata), donde no paró de responder consultas sobre cómo se articulará en términos electorales el espacio que están armando junto a Margarita Stolbizer y Raúl Alfonsín (ver página 10). Pero además porque, a diferencia de otros años, fue el único gobernador, fuera de la anfitriona María Eugenia Vidal, que recorrió los pasillos del cónclave empresario más importante de la Argentina.

Lifschitz está convencido de que el gobierno de Mauricio Macri «empezó a mostrar debilidades e incapacidad para dar respuesta a los problemas del país mucho más rápido de lo que todos esperaban», instancia que abre un nuevo escenario en la provincia. «Para 2019 es probable que haya una polarización más grande entre el Frente Progresista (FPCyS) y el peronismo, y eso vaya en desmedro de Cambiemos», dijo. Y consideró probable que el voto de ese sector vuelva al peronismo «de donde provenía», encarnado en la figura de Omar Perotti. «A los votos más vinculados a sectores medios urbanos, como Rosario y Santa Fe, podemos recuperarlos nosotros», aventuró.

—El gobierno nacional adoptó el dogma «debemos dejar de gastar más de lo que tenemos» como solución a la crisis que vive el país. ¿Cree que es así?

—Creo que es una meta de sentido común. Todos sabemos que es así en la vida personal, de una empresa, del país, el tema es cómo logramos ese objetivo y cuál el camino que elegimos para llegar. Poner el ojo exclusivamente en el gasto público y proponerse reducirlo de manera brutal de un año para otro, no es el mejor camino. Hay que poner un ojo en el gasto público y la otra mirada en cómo logramos más recursos para el Estado. Esto no siempre quiere decir aumentar la carga tributaria o el peso de los impuestos sobre el sector productivo. Pero sí pensar si realmente los que más tienen en la Argentina están poniendo lo que tienen que poner, si 30 o 40 por ciento de la economía en negro es solamente la economía de los pobres o también hay muchos sectores muy poderosos que tienen una parte en blanco y otra en negro, que no aportan. Creo que hay que mirar las dos cosas y hacerlo en un proceso de cierta gradualidad. Si todos reconocemos que llevamos décadas de déficit fiscal, no parece lógico que en un año pretendamos resolverlo. Ahogando la gallina de los huevos de oro, que es la actividad productiva. Es la generación de riqueza, de excedentes, las exportaciones las que nos permitirán superar la crisis actual.

—Se plantea un escenario de posibles alianzas junto a otras fuerzas políticas para 2019.

—Desde punto de vista electoral, creo que existen dos proyectos. Uno ha sido hegemónico hasta fin del año pasado, o ha pretendido serlo, que es el proyecto del gobierno. Y otro que tuvo hegemonía por más de 25 años, que es el peronismo en sus diferentes variantes. Pero ambos hoy están en crisis. El peronismo tiene una crisis de identidad, de liderazgo, de proyecto. Vemos permanentemente cómo se agrupan y reagrupan distintos actores de ese espacio tan amplio, pero sin que aparezca claramente un proyecto alternativo desde ese lugar. Por otro lado, Cambiemos, que rápidamente, más rápido de lo que todos esperaban, empezó a mostrar sus debilidades, su incapacidad para dar una respuesta a los problemas de país. Aunque, por supuesto, tiene todavía mucho hilo en el carretel puede recuperarse, pero eso dependerá de que le acierte con la economía y de la destreza política del presidente y su equipo para sortear este tiempo de dificultades. En el medio se abre un espacio cada vez más amplio para que surja una propuesta alternativa, que quizás hoy no tiene todavía un liderazgo o un formato claro, pero que puede contener a mucha gente. Además de Margarita (Stolbizer) y Ricardo (Alfonsín), a muchos otros radicales, a muchos peronistas e, incluso, gente del PRO que siente que ese espacio no ha cumplido con los objetivos que se prometieron. No solamente en términos económicos sino en términos hasta republicanos. Está en duda si esos valores republicanos que planteaba el gobierno hoy son realmente una moneda corriente dentro de los equipos de gestión. Entonces, hay un espacio potencial para construir una alternativa y ese será el desafío de gente como nosotros y muchos otros. Porque podemos ser partícipes dentro de un proyecto de esas características que no puede tener personalismos pero que, finalmente, se construye con personas.

—¿Existe la posibilidad de alianza con Elisa Carrió?

—Rescato de Carrió, más allá de que no comparto muchas de sus miradas políticas, su coherencia en el tema de la lucha contra la corrupción en la Argentina, las denuncias que hizo durante el kirchnerismo y la independencia política que también demuestra en esta etapa. Eso es valioso.

—A la hora del armado electoral de ese espacio, ¿puede ser usted el candidato a presidente?

—(Se ríe) Creo que ponerle nombres propios a cualquier proyecto alternativo, desde mi punto de vista, es como volver a recrear los problemas o limitaciones de proyectos anteriores, construidos sobre la base de una figura, de una persona. Es un momento de síntesis, habría que encontrar un espacio de construcción más colectiva, que luego obviamente tiene que encarnarse en elecciones en una propuesta o binomio. Pero no arrancaría por el binomio sino por construir o consolidar algún consenso sobre ideas fuerza, valores, cuestiones fundamentales que nos despeguen del pasado y nos permitan transitar un camino hacia adelante. Creo que muchos peronistas debieran formar parte de un proyecto alternativo. Pero en la medida que sean autocríticos de las experiencias del PJ en los 90 y en la última década.

—Hubo un intento con Hermes Binner ¿Se puede replicar a nivel país la experiencia del Frente Progresista?

—Es un buen modelo, buena experiencia de coalición. La Argentina no está muy acostumbrada a la coalición de gobierno, sí a frentes electorales. Pero es más difícil que eso se refleje en una coalición de gobierno. Lo venimos practicando con aciertos y dificultades, haciendo esa experiencia que creo que es valiosa para el país. Quizás no se pueda repetir la misma forma porque el radicalismo, que fue pata importante en Santa Fe a nivel nacional, hoy aparece en Cambiemos. Aunque sabemos que hay sectores del radicalismo que no se sienten cómodos en ese lugar, pero están allí.

—Ese proyecto funcionó en Santa Fe y lograron ser gobierno, pero tuvo un gran golpe hace casi tres años y en las elecciones legislativas, donde Cambiemos avanzó mucho. ¿Cómo ven el año próximo?

—No es simple consolidar proyectos políticos locales, regionales o provinciales sin tener una referencia nacional. Tiene su complejidad y, a veces, las olas nacionales en distintos momentos también nos pasan por arriba, nos barren. Hay momentos en que la gente quiere expresar algo en relación a la Nación y, entonces, lo local no tiene importancia. Por ahí, en otro momento, es a la inversa. Hay que ir buscando los equilibrios en cada coyuntura. Pero creo que 2019 nos abre un desafío interesante. Hemos concretado una proeza desde el punto de vista electoral en la democracia argentina, que es sostener un gobierno con el mismo color político en la ciudad de Rosario, que cuando termine Mónica (Fein) serán 30 años. Con alternancias, pero un mismo proyecto. Así que tenemos el desafío de reinventarnos. Cada nuevo período electoral es mayor el esfuerzo que hay que hacer para reinventarse, porque hay toda una generación, los menores de 30 años, que no conocen otra cosa. Nacieron en Rosario y siempre tuvieron un gobierno socialista. Entonces, la tentación a buscar alternativas, a cambiar, a pensar que hay otras cosas que son mejores existe, y es natural que así sea. Es un esfuerzo adicional que tenemos que hacer. En Santa Fe llevamos menos tiempo, ahí tenemos más recorrido.

—En Rosario Cambiemos tiene un candidato instalado, pero en la provincia es distinto…

—En Santa Fe, si miro el actual escenario político, es probable que haya una tendencia a una polarización más grande entre el Frente Progresista y el peronismo, y que eso vaya en desmedro de Cambiemos. O sea: es posible que ese voto de Cambiemos, una parte vuelva al peronismo, porque era originalmente de allí, venía sobre todo del interior. Creo que Perotti puede representar bien ese sector. A algún otro votante de Cambiemos más vinculado a sectores medios urbanos, como Rosario y Santa Fe, podemos recuperarlo nosotros. Entonces, es probable que el escenario se plantee de ese modo.

—¿El candidato en el FPCyS está definido?

—No, no hemos definido todavía candidaturas, ni en el partido ni en el Frente Progresista. Supongo que antes de fin de año lo haremos. Pero, tenemos varios candidatos.

—En el Coloquio de Idea se habló mucho de corrupción política y empresarial ¿Cómo analiza el actual contexto en ese sentido?

—Creo que la corrupción es un problema gravísimo en la Argentina, que es sistémico. Quizás en el kirchnerismo fue más brutal, más expuesto. No fue tan disimulado como en otros momentos, bolsones tirados, cosas demasiado brutales, pero es un problema sistémico de la Argentina. Está instalado en el mundo de la política, de los empresarios, de los medios, de los jueces, del gremialismo, de la salud? Por donde la busques, a mayor y menor escala. Hay un libro que escribió uno de los grandes constitucionalistas de la Argentina, Carlos Nino, asesor de Raúl Alfonsín, que se llama «Un país al margen de la ley». Y lo somos, desde lo pequeño a lo grande. Es un gran debate que podemos corregirlo con una acción transparente de la Justicia que es muy importante, pero también tiene que haber compromisos sociales, tiene que ser un tema a instalar en el debate político.

—El gobierno plantea que la Justicia actúa de forma independiente ¿Cree que es así?

—No creo que la Justicia actúe de manera independiente. Ni antes ni ahora. Siempre hay presiones, operaciones. La mayoría de los magistrados fueron designados políticamente antes y ahora y eso determina que tengan afinidades y lealtades, es inevitable. De todos modos, es la Justicia que tenemos, es mejor tener alguna que ninguna. Es positivo que haya procesos judiciales, que se avance, creo que tiene haber una gran presión social y de los medios y tratar de que las causas avancen, pero en un marco de respeto de garantías de derechos, sin que se conviertan en una vendetta política.