El Megxit de los millones

Mientras comienzan un nueva vida en Canadá con su hijo Archie tras alejarse de la corona británica, los duques reciben todo tipo de ofertas de trabajo. Y ninguna parece fácil de rechazar

Los duques de Sussex decidieron deja atrás sus deberes reales y comenzar una nueva vida para convertirse en ciudadanos comunes. El príncipe Harry y su esposa Meghan Markle quieren tener su propio dinero, pero antes deberán devolver los USD 3 millones que gastaron de fondos públicos en una casa en los terrenos de Windsor en la que vivieron apenas unos meses. La ex actriz ya firmó un contrato con Disney y Netflix ya expresó su deseo de contratarla. En el caso de que quieran escribir sus memorias podrían ganar millones. Un pariente lejano suyo se encontró en una situación similar y no le fue nada mal.

 

En 1922, Friedrich Wilhelm Viktor Albert, el nieto mayor de la reina Victoria y primo hermano del tatarabuelo de Harry, estaba cada vez más enfermo y carecía de dinero. El monarca anteriormente conocido como Kaiser Wilhelm II, el emperador alemán vencido en la Primera Guerra Mundial, se había ido de los ancestrales palacios prusianos de su familia cuatro años antes a una mansión de 12 habitaciones en Doorn, Países Bajos. Las renovaciones habían sido caras. Para continuar financiándose, vendió sus barcos y organizó una subasta de 65 lotes de sus pertenencias personales, incluyendo una pitillera de plata, figuras de marfil talladas, un inodoro de caoba, entre otros artículos. La venta atrajo una decepcionante participación de 300 personas y le generó poco más de USD 3.000 (o alrededor de USD 46.000 hoy). Al parecer, nadie quería los objetos del emperador.

 

El ex monarca alemán pronto soñó algo que el mundo sí deseaba: sus memorias. En mayo de 1922, anunció públicamente que las estaba escribiendo e invitó a los editores a ofertar por sus derechos, estableciendo una fecha límite para el mes siguiente. Se produjo un frenesí. Los compradores interesados ​​enviaron agentes a una sala de estar privada en el Hotel Adlon de Berlín, donde esperaban los representantes del último rey de Prusia. Un grupo que representaba a The New York Times y al precursor de lo que hoy es HarperCollins emergió como vencedor, concluyendo lo que el Times llamó “una competencia extraordinaria”. Los ganadores pagaron aproximadamente USD 250.000 (hoy, USD 3,9 millones), una suma récord en ese momento, por una autobiografía en los periódicos y un libro independiente de 15 capítulos y 80.000 palabras.

 

Casi 80 años después, en Reino Unido se preguntan cómo se ganarán la vida los primos del kaiser, Harry y Meghan. ¿Volverá a la pantalla Meghan? ¿Se convertirá Harry en un orador muy bien pago? ¿Meghan diseñará ropa con su amiga Misha Nonoo? ¿Trabajarán para Netflix? Días antes del impactante anuncio, los Sussex registraron su nombre y esperan sacar grandes beneficios del merchandising. Su plan es convertir su marca Sussex Royal en un imperio global. En el caso de querer escribir un libro contando su vida dentro y fuera de la corona británica deberán recibir la aprobación de Isabel II. El padre de Harry, el príncipe Carlos, es autor de varias obras, incluido su primer libro para niños de 1980, The Old Man of Lochnagar, escrito un año antes de casarse con Diana Spencer.

 

 

Los libros son un acuerdo muy lucrativo para los royals.

 

Por lo general, hay un adelanto multimillonario y, por supuesto, las regalías que vienen con enormes ventas. En el caso de Harry y Meghan, el punto de referencia financiero más cercano sería lo que los ex presidentes estadounidenses y primeras damas han recibido después de dejar el cargo. Bill Clinton recibió USD 15 millones por sus memorias de 2004, “My Life”, mientras que su predecesor George W. Bush recibió USD 7 millones en 2010. Según los informes, los Obama obtuvieron un acuerdo de USD 65 millones de Penguin Random House en 2017 por dos libros. Un año después, “Becoming” de Michelle Obama, se convirtió en la publicación más vendida de 2018, con más de 2 millones de copias.

Harry y Meghan podrían ver números cercanos a los de Obama. Keith Urbahn, socio fundador de la agencia literaria Javelin, con sede en Washington, DC, sospecha que podrían obtener hasta USD 50 millones por un contrato conjunto de varios libros. “Sería un acuerdo editorial histórico”, opinó Urbahn en declaraciones a Forbes. «Los estadounidenses están fascinados con la monarquía que nunca hemos tenido. Es una historia irresistible «.

 

Poco se sabe sobre sus planes. Lo que está claro es que Meghan y Harry tienen una estilo de vida costoso y necesitarán un gran presupuesto anual para costear dos hogares, uno en Reino Unido y otro en Canadá, viajes por todo el mundo y un equipo de seguridad que los proteja día y noche.

 

Los duques, patentaron el año pasado la marca Sussex Royal, pero se desconoce si podrán usarla ahora que ya no son “royals”. La prensa especula con que en adelante la pareja podrá cerrar lucrativos contratos con editoriales, productoras de televisión y cine o, en el caso de Harry, para dar charlas como orador. Se dice que pueden convertirse en una “pareja poderosa” al estilo de Michelle y Barack Obama, que han firmado también un acuerdo con Netflix, cuyo jefe de contenidos, Ted Sarandos, ha declarado que estaría interesado en trabajar con los Sussex. En otra indicación de lo que podría ser su futuro, la semana pasada The Times publicó que Meghan, que se hizo conocida por su papel en la serie “Suits”, aceptó poner su voz a un proyecto de Disney y destinará el dinero obtenido a una ONG.

 

La marcha de los duques supone un golpe para la monarquía británica, que pierde a dos populares miembros y depende ahora del efecto rejuvenecedor de William, segundo en la línea sucesoria, Kate Middleton y sus tres hijos para afianzar su continuidad. El Megxit recuerda otro caso, más grave, en la historia reciente del Reino Unido, cuando el rey Eduardo VIII (tío de Isabel II) abdicó del trono en 1936 a fin de casarse con la estadounidense doblemente divorciada Wallis Simpson, lo que causó una crisis constitucional.

 

El príncipe, de 35 años, y la ex actriz estadounidense, de 38, devolverán los USD 2,81 millones de dinero público usados para reformar su mansión de Frogmore Cottage en Windsor (afueras de Londres), que seguirá siendo su hogar cuando estén en el Reino Unido aunque, de acuerdo con la prensa, pagarán alquiler. En el comunicado real no indica quién asumirá el costo de la seguridad de la pareja, que planea vivir entre el Reino Unido y Canadá, donde ella ya residió y actualmente se encuentra con su bebé Archie, pero se entiende que los Gobiernos británicos y canadienses están en conversaciones al respecto. Otro interrogante que se plantea es qué estatus fiscal y migratorio tendrán y si ella finalmente adquirirá la nacionalidad británica, lo que requeriría que viviera un mínimo de días al año en territorio británico.

 

La pareja renunció a recibir fondos públicos -no así a la paga procedente a nivel privado del príncipe Carlos- y al título de Sus Majestades (aunque conservan los de duques), puesto que ya no serán miembros de la realeza en activo. El acuerdo sellado por la cúpula real será revisado dentro de un año para ver si todas las partes continúan conformes.