El Gobierno de Javier Milei confirmó este martes que Argentina iniciará formalmente el proceso para retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y no suscribirá al Tratado sobre Pandemias impulsado por ese organismo.
La medida fue justificada por el Ejecutivo como una defensa de la soberanía nacional y una reacción a lo que considera un exceso de intervencionismo internacional.
“La Argentina no va a ceder ni un ápice de soberanía sanitaria. No vamos a subordinarnos a los dictados de burócratas internacionales que fracasaron rotundamente durante la pandemia”, afirmó el vocero presidencial, Manuel Adorni, en su habitual conferencia de prensa en Casa Rosada.
Según detalló, el presidente Javier Milei instruyó al canciller Gerardo Werthein a iniciar el procedimiento legal y diplomático para concretar la desvinculación del país de la OMS, de la cual es miembro desde 1948. Aunque la salida efectiva podría demorar hasta un año, ya que debe cumplirse un plazo de notificación formal, el Gobierno ya ha tomado distancia activa del organismo y sus iniciativas.
Uno de los ejes del conflicto es el nuevo Tratado sobre Pandemias que la OMS negocia con sus Estados miembros para prevenir y coordinar respuestas globales ante futuras emergencias sanitarias. El oficialismo sostiene que dicho tratado permitiría injerencias inaceptables en las políticas de salud pública.
En el comunicado oficial, el Ministerio de salud critica que las recomendaciones de la OMS «no están basadas en ciencia sino en intereses políticos y estructuras burocráticas que se resisten a revisar sus propios errores».
“No vamos a permitir que un organismo multilateral tenga potestad para decidir sobre cuarentenas, vacunas o restricciones en territorio argentino”, sostuvo el ministro de Salud, Mario Russo, ante legisladores de La Libertad Avanza.
El Gobierno también criticó el desempeño de la OMS durante la pandemia de COVID-19, al que calificó como “errático, politizado y funcional a intereses geopolíticos”. En esa línea, Adorni expresó que “la OMS no fue capaz de prever, contener ni actuar con transparencia durante la mayor crisis sanitaria del siglo”, y cuestionó que haya sido “cooptada por intereses de grandes potencias y laboratorios”.
Distintos sectores políticos y científicos reaccionaron con preocupación. Desde la oposición, la diputada Graciela Ocaña (Confianza Pública) calificó la medida como “irresponsable e ideológica”, y advirtió sobre sus consecuencias: “Dejar la OMS puede afectar la cooperación internacional, el acceso a información clave, medicamentos y fondos para salud pública”.
También se pronunciaron organismos como la Fundación Huésped y Médicos del Mundo, que señalaron que la salida podría debilitar las capacidades del país frente a futuras epidemias y poner en riesgo la vigilancia epidemiológica y los sistemas de alerta temprana.
Sin embargo, desde el oficialismo aseguran que Argentina no quedará aislada ni desprotegida. El ministro Russo aseguró que se buscarán “nuevas formas de cooperación bilateral o regional que respeten la autodeterminación del país” y que el sistema sanitario “no depende de las recomendaciones de Ginebra para seguir funcionando”.
En paralelo, juristas y especialistas en derecho internacional advirtieron que para abandonar formalmente la OMS se requiere una derogación por ley del Congreso o un decreto presidencial con fuerza de ley. Hasta el momento, el Ejecutivo no ha confirmado si recurrirá a un DNU para avanzar con el proceso.
— Ministerio de Salud de la Nación (@MinSalud_Ar) May 26, 2025