Cinco personas murieron en un departamento de Villa Devoto tras inhalar monóxido de carbono. En este contexto, en Argentina, unas 250 personas mueren cada año por inhalar este gas tóxico, incoloro e inodoro, producto de combustiones incompletas en artefactos como calefones, estufas y termotanques.
Sin embargo, una solución desarrollada por científicos argentinos desde hace más de dos décadas sigue sin ser implementada ni exigida por ley.
Un sistema que detecta el monóxido y corta el gas
Un grupo de investigadores de Mar del Plata, dirigido por Miguel Ponce —investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata— desarrolló un dispositivo denominado “Sistema interruptor de corte para artefactos de gas”, diseñado para prevenir la formación excesiva de monóxido de carbono dentro de la cámara de combustión.
A diferencia de las alarmas comerciales que solo advierten una vez que el gas ya está en el ambiente, este sistema actúa directamente sobre la fuente: detecta el CO, interrumpe la combustión y corta automáticamente el paso del gas.
El sistema funciona con sensores selectivos que detectan el monóxido y no otros gases como el oxígeno. Esa señal eléctrica activa un mecanismo que interrumpe el suministro: si el artefacto tiene electroválvula, se cierra; si tiene termocupla, corta la corriente.
“El dispositivo se conecta entre la termocupla y la válvula termo-magnética. Al detectar CO, reduce la corriente como si la llama se apagara, cortando el gas y mostrando una alerta visual con un LED. Además, si hay conexión WiFi, el sistema puede enviar una notificación al celular o correo electrónico”, explicó Ponce.
La clave del dispositivo está en su simplicidad y bajo costo. “Un sensor básico cuesta apenas un dólar. Las empresas que trabajan con electrónica podrían incorporarlo sin dificultad. Pero en Argentina, la industria del gas continúa usando tecnología de los años 50”, advierte.
«Cada muerte podría haberse evitado»
La tragedia de Villa Devoto no es un caso aislado. Según datos del Ministerio de Salud, solo en el primer semestre de 2014 se registraron más de 500 casos de intoxicación por monóxido de carbono. El gas se genera por una mala combustión y mala ventilación.
Su inhalación provoca síntomas similares a una gripe —dolor de cabeza, náuseas, debilidad muscular— y puede llevar al desmayo, coma o incluso la muerte si no se actúa rápidamente.
“Hace más de 20 años que desarrollamos esta tecnología, y las muertes siguen ocurriendo”, lamenta Ponce. El proyecto surgió en 2003, durante su tesis doctoral, motivado por los reiterados casos de muertes en Mar del Plata. Junto a Celso Aldao y Fernando Trabadelo, decidieron aplicar ciencia básica a un problema concreto, con un objetivo claro: salvar vidas.
El dispositivo cuenta con patente nacional y ha sido probado con éxito en otros países como Chile, Brasil, Canadá y Japón, donde incluso fue replicado y mejorado. En Argentina, en cambio, no hay ninguna norma que obligue a incorporarlo.
“Presentamos el proyecto ante el Enargas y en el Senado, pero nunca prosperó. Se prometieron ayudas para adaptar la industria, se crearon comisiones, pero no se actuó”, señala el investigador.
El equipo incluso avanzó en una versión mejorada que integra inteligencia artificial para anticipar fallas en la combustión comparando consumos energéticos, permitiendo alertar antes de que el aire sea irrespirable.
Para Ponce, la falta de respuesta estatal resulta incomprensible: “El impacto sería inmediato: si el sistema se incorporara en todos los artefactos, no habría más muertes por monóxido dentro de los hogares. Sabemos que hay quien piensa que esto implica una gran inversión, pero salvar una vida no tiene precio”.
Mientras espera que las autoridades tomen medidas, Ponce insiste en la importancia de difundir esta información: “Hoy lo único que puede salvar vidas es que la gente esté informada. Que sepa que esto existe, que se puede prevenir. Porque cada invierno, las muertes vuelven. Y no deberían”.