Triple crimen de Varela: la Justicia lo suavizó como femicidio para no investigar el narcotráfico ni la trata de personas

Tres jóvenes mujeres aparecieron enterradas en el fondo de una casa de Florencio Varela con signos de tortura y una violencia pocas veces vista.

Las víctimas —Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15)— habían desaparecido días antes en La Matanza, después de subirse a una camioneta blanca con patente adulterada. Todo parecía indicar un crimen mafioso, un mensaje brutal en el marco de disputas narco, con vínculos a la villa 1-11-14.

Sin embargo, la causa fue caratulada como femicidio y homicidio agravado, quedando en manos de la justicia provincial. Porque así se evita que la Justicia Federal entre a investigar lo que nadie quiere exponer: la trama narco y la trata de personas que están detrás.

El detalle no es menor: la competencia queda en el fuero bonaerense, la investigación la lleva la Policía de la Provincia y el alcance se reduce a los autores materiales. Es una decisión burocrática que se puede trazar la frontera entre la verdad y el encubrimiento.

No es prostitución si hay menores involucradas

Hay otro punto que no puede pasarse por alto. Algunas crónicas iniciales describieron a las víctimas como “chicas en situación de prostitución”. Pero cuando hay menores involucradas —como Lara, de 15 años—, no se habla de prostitución sino de trata de personas.

Y la trata, junto con el narcotráfico, es un delito federal de los más graves. Cambiar la palabra no es un simple error semántico: es un modo de suavizar la magnitud del crimen y, al mismo tiempo, evitar que la Justicia Federal intervenga.

En lugar de exponer un entramado de explotación sexual y narco, se encapsula el caso en la lógica de la violencia de género, grave sin dudas, pero más limitada en términos de investigación estructural.

Así, con una decisión burocrática como la elección de la carátula, se traza la frontera de lo que se quiere mirar y lo que se prefiere ocultar.

Si se lo investiga como femicidio, la causa queda dentro del ámbito provincial, con la policía bonaerense como fuerza principal y un fiscal local a cargo.

Si se lo investiga como narcotráfico y trata, el caso pasa automáticamente al fuero federal, con capacidad para seguir el hilo del dinero, rastrear a los proveedores, analizar las conexiones interprovinciales y poner bajo la lupa a quienes financian y protegen estas redes. }

El contraste es evidente: con el femicidio se persigue a los verdugos, pero se deja a salvo a los verdaderos jefes.

El triple crimen no solo revela la brutalidad con la que se mueve el narco en el conurbano bonaerense, sino también la facilidad con la que la justicia puede encogerse de hombros frente a responsabilidades más grandes.

Llamarlo femicidio no es solo reconocer que hubo violencia contra mujeres, es también la manera más cómoda de evitar abrir una caja de Pandora. Porque detrás de esas tres muertes no solo hay asesinos con cuchillos, hay un sistema entero de trata, drogas, dinero sucio y complicidades políticas.